Como atender una inspeccion

 

Al momento de escribir esta nota no se había prorrogado el blanqueo ni la moratoria impositiva, y de acuerdo a trascendidos, era difícil que ello ocurriera.

Finalizado entonces el período de “jubileo fiscal”, es de esperar que la AFIP amplíe y profundice sus planes de fiscalización en su afán de instar al cumplimiento voluntario por parte de los contribuyentes,  mediante la instalación de la sensación de “riesgo” que comúnmente genera el tomar conocimiento de que otros sujetos son inspeccionados, se les detectan impuestos impagos y se les aplican sanciones.

Justamente esa es la principal misión de la función fiscalizadora: incentivar el cumplimiento fiscal espontáneo de la sociedad en general, y no necesariamente la  obtención de la recaudación que se genera directamente en ocasión de actividad de contralor.

Esto es importante tenerlo en cuenta para entender por qué ciertas inspecciones se desarrollan de determinada manera. Puede ocurrir que como parte de un plan de fiscalización sectorial se determine la verificación de determinado aspecto que hace a la  cuantificación de un tributo, como puede ser por ejemplo la valuación de la hacienda a los efectos del impuesto a las ganancias. El contribuyente a quien le tocó la fiscalización, debe tener en cuenta que quien está controlando su liquidación no solamente intentará encontrar errores para determinar una diferencia de impuesto en su contra, sino que también está jugando una postura técnica en determinado aspecto que, si prospera a su favor en esa instancia e incluso en niveles superiores de discusión, puede servir como criterio para ajustar a otros contribuyentes de ese sector. Pero fundamentalmente, sentará un precedente para que a futuro la tendencia sea que todos los contribuyentes de ese sector adopten espontáneamente ese criterio fiscal, ampliándose así la base de tributación general. Entonces, a veces se discute algo que va más allá del monto del ajuste del caso particular, al menos desde la mirada del recaudador.

Las inspecciones de AFIP ya no son como hace 20 años. Prácticamente hoy día no existen verificaciones al “voleo”, siendo la mayor parte de ellas producto de planes de fiscalización cuidadosamente diseñados. Y en esto hay algo fundamental: cuando alguien recibe una notificación de inicio de inspección tiene que saber que el Fisco tiene mucha información sobre su empresa y el sector al que pertenece, y que es probable que alguna inconsistencia en esa información que posee, sea la que motivó la orden de inspección.

Además de contar con información precisa, el conocimiento  por parte de quienes actúan sobre las características principales de la producción agropecuaria es mucho mayor que en otras épocas. Incluso muchas inspecciones son realizadas con la colaboración de ingenieros agrónomos.

 

 

En cómo atender exitosamente una inspección no hay recetas, aunque podemos decir que es importante contar con:

 

  • Conocimientos básicos sobre procedimiento tributario y administrativo, para prevenir los posibles abusos de quienes ejercen las funciones de fiscalización y conocer los derechos que les cabe al contribuyente para defenderse, y también, para no cometer errores que pueden pagarse caros en otra instancia. Tengamos en cuenta que una inspección por más inocente que parezca, puede terminar en una denuncia penal.
  • Una administración y contabilidad ordenada. Tener en cuenta de que la información y documentación hay que guardarlas por el doble de tiempo en el que prescriben los impuestos, o sea, aproximadamente 11 años.
  • Capacidad para negociar. En una inspección hay muchas situaciones en las que se requiere negociar, sin por ello apartarse de las normas legales y principios éticos que deben velar en este tipo de relaciones. Por ejemplo, se puede acordar los plazos para entregar documentación, la magnitud y características  de la misma, la renuncia a los términos de la prescripción, la aceptación voluntaria de un ajuste, etc.

Es conveniente para esto separar el plano “político” del “operativo”:

Refiriéndonos al plano político, la inspección debe ser atendida en base a una estrategia definida por la dirección. En este nivel hay dos actividades muy importantes. La primera, es la de tratar de conocer  lo antes posible el motivo de la inspección, o sea, cual es la inconsistencia, desvío, denuncia, etc., que dio lugar al inicio de la fiscalización. Esto hay que tratar de conversarlo con los inspectores. Contar con esta información puede permitir focalizar lo que sería la “defensa” en esta etapa investigativa, e ir pensando una estrategia de finalización de la inspección, la cual puede ser desde aceptar el ajuste hasta discutirlo en la justicia.

Es importante también porque en principio puede servir para acortar la duración de la inspección, lo cual es bueno, ya que normalmente por más que tengan quienes realizan la fiscalización un objetivo concreto, se piden y controlan otras cosas; lo cual no solamente amplia el riesgo en otros aspectos sino que la prolongación en el tiempo trae perjuicios administrativos por la carga que significa atender la inspección y psicológicos, por la incertidumbre que se produce al no saber cómo ni cuándo va a terminar.

La otra actividad importante en el plano político es la de encontrar el momento en el que la inspección está agotando su actividad investigativa y entra en una etapa de definiciones, punto de inflexión en el cual puede convenir actuar para lograr incidir en el cuándo y en el cómo se producirá el cierre de la misma.

El plano operativo es el que debe atender la inspección en la relación técnica, fundamentalmente recibir y entender los requerimientos y preparar la información solicitada por los inspectores.

De acuerdo a la organización y tamaño de la empresa, el plano operativo puede estar desarrollado por personal de la firma o por el asesor externo que liquida los impuestos.

Ahora bien, es imprescindible que exista  comunicación entre el nivel político y el operativo, ya que quien atiende “de frente” la inspección debe conocer la estrategia de la empresa y por otra parte, quien la dirige, tiene que estar al tanto de la evolución del relevamiento para poder cumplir las funciones que mencionáramos con anterioridad.

El nivel político y el operativo deben, en definitiva, trabajar en equipo e ir decidiendo en cada caso cómo y quién es conveniente que intervenga.

Cuando la razón de la inspección está más vinculada a cuestiones técnicas que a situaciones de hecho de la empresa, es importante que se conozca qué están haciendo empresas colegas ante ello, que antecedentes jurisprudenciales existen y que actitud aconsejan las  cámaras que representan al  sector.

En un proceso de fiscalización hay intereses contrapuestos: el del inspector, en cuanto a realizar un ajuste en contra de la empresa  y el del contribuyente, que desea que la inspección termine lo antes posible y sin ningún costo.

En el medio, hay elementos de contexto que si bien no surgen de las normas, existen en la vida real e inciden en el proceso:

  1. Ante la complejidad del sistema tributario argentino y el nivel de cultura tributaria existente, difícilmente alguien tenga todas sus liquidaciones perfectas.
  2. Es común que los inspectores necesiten realizar algún ajuste al contribuyente para poder finalizar la inspección.

Por ello, cuando por algún motivo la inspección se aparta del foco, puede extenderse más de lo necesario en amplitud y tiempo. A ninguna de las dos partes le conviene esto.  Es por ello que si el inspector sugiere un ajuste que puede ser considerado técnicamente razonable por el contribuyente y de esa manera diera por concluida su labor de fiscalización en esa empresa, no hay que dejar de considerar esto como una alternativa posible,   al permitir evitar los costos de seguir atendiendo la inspección y el de las defensas en instancias superiores.

Normalmente una inspección finaliza con una propuesta de ajuste, llamada pre-vista. Es importante tener en cuenta que en general los inspectores ofrecen el ajuste para que sea evaluado por el contribuyente informando el importe de la diferencia de impuesto por él calculada, pero no así de los intereses ni de las multas. Entonces, para tomar la decisión es importante calcular esos conceptos, para lo cual es necesario conocer cuál va a ser la calificación de conducta que el inspector va a consignar en su informe, ya que una cosa es que la multa venga por omisión  (50 a 100 % del impuesto) que por evasión (2 a 10 veces el impuesto). Las multas llegan pasado un  tiempo, pueden ser discutidas, pero es con otras áreas de la AFIP; ya el inspector terminó su función.

Si la pre-vista no es aceptada, normalmente se inicia el procedimiento de determinación de oficio, cuya resolución es apelable ante el Tribunal Fiscal de la Nación.

En esta nota lo que nos interesa decir en este punto, ya que no es este un artículo sobre procedimiento tributario, es que si la inspección no terminó de manera pacífica mediante la aceptación del ajuste propuesto por el inspector, o en su defecto sin ajuste, comienza una etapa de discusión de otra dimensión, que arranca en sede administrativa en el mismo proceso de determinación de oficio, y puede seguir en el Tribunal Fiscal de  la Nación, cámaras de apelaciones y la misma Corte Suprema de Justicia.

Pareciera ser que lo ideal  es no llegar a una determinación de oficio. Aquí es donde un análisis de tipo costo-beneficio es imprescindible ser realizado por quienes tienen que decidir la estrategia de la inspección. Por otra parte, una inspección bien atendida –por supuesto que depende también de la buena voluntad del inspector- presupone que la empresa no  va a aceptar cualquier ajuste así porque si,  sino que intentará aportar los elementos de juicio, documentación, etc. para llevar la pretensión fiscal al menor nivel posible y evaluar la propuesta de ajuste elaborada en función de ello,  considerando la conveniencia de aceptarla o discutir en otras instancias.

Por último, atender exitosamente  una inspección requiere también la habilidad del empresario de requerir el adecuado y oportuno asesoramiento de Contador Público y/o Abogado, según el caso y la instancia en la que se encuentre.

 

Gabriel Gambacorta